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Una buena decisión que está siendo aplaudida por propios y extraños, es la que tomó recientemente Salvador Gómez Meillón, director del puerto de Manzanillo, (Manzanillo, a secas para no hacernos bolas con el nuevo nombrecito de las API), al despedir al también, marino aunque no mercante Humberto Uribe.

En hora buena como responsable del despacho en la Gerencia de Comercialización, quedó Valeria Molina Román, quien por el momento, dicen los que saben, cuenta con tablas más que suficientes, en atención al cliente y, ya de menos, se espera un mejor clima entre colaboradores y directivos de la administración portuaria de Manzanillo.

Ha trascendido que la posición de Uribe, quien por segunda ocasión ocupaba un cargo comercial a nivel portuario - tras haber trabajado en OPM subsidiaria de Grupo TMM, en los inicios del rescate de los puertos-, se volvió insostenible por las constantes quejas del personal debido a su falta de actitud.

Por lo demás, siempre fue muy controvertido el personaje, en el trato a clientes como a proveedores, compañeros de oficina y un gran etcétera. Pero en esta ocasión parecía que traía la “V” de venganza contra empresas y todos aquellos quienes, él suponía, frenaron su ascenso en el sector privado, aunque se dice, sin saber si es cierto, que no. Que su propio yo, es el que le jugaba a las contras.

Más allá de ese hecho, lo que queda claro, es que no necesariamente un sistema de amigos en los puertos aporta valor a las empresas corporativas, puesto que aun cuando son públicas requieren especialistas. Por ello valdría la pena que, tanto en la Universidad de Armada como el Fidena, que ahora se está rediseñando, incluyeran las relaciones comerciales como carrera o cuando menos como asignatura permanente.

Y es que trasciende en esta materia, que muchos de los directores de los puertos tienen un largo trecho, mientras aun no les cae el 20 de que terminales, navieras, prestadores de servicios, remolcadores, entre muchos otros, además de concesionarios al mismo tiempo son los clientes del puerto. Cuestión de enfoque.

 

Guaymas

Un puerto que no está ranqueado entre los grandes recintos comerciales del país, que muy pronto podría pasar a control estatal, es el de Guaymas, Sonora, que gobierna Alfonso Durazo.

La especie  podría tener sentido si se toma en cuenta que hasta el año pasado, aseguran quienes lo han sabido, el grupo de Manlio Fabio Beltrones dominaba la carga y descarga con la venia de los directores neoliberales del pasado.

El beneficio de pasar a manos estatales, sería darle recursos adicionales al nuevo gobierno del Morenista Durazo Montaño. Ojala que no pase como a Quintana Roo., que es una de las API con las mayores burocracias del sistema portuario.

 

Tuero

Quien fue galardonado con bombos y platillos por su trayectoria es el capitán de altura, Marcelino Tuero. La Institución de la Superación Ciudadana del puerto de Veracruz consideró que ha realizado una labor de alta valía para el desarrollo marítimo.

Se destacó el hecho de que ha sido uno de los capitanes de altura con más horas de navegación en la historia de México, en navieras como Maersk, Hapag Lloyd y Mutsui O.S.K. y por supuesto en el semillero de generaciones Grupo TMM. En hora buena.


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