En el mundo del transporte de carga, donde cada decisión repercute en la economía nacional, la carrera por la dirigencia de la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (Canacar) comienza a perfilar un favorito.
El nombre que más se repite entre los transportistas, es el del empresario regiomontano Rómulo Mejía Durán, un hombre que no solo conoce de primera mano las rutas del país, sino también las rutas políticas y empresariales que sostienen al sector.
Lo que marca diferencia en su trayectoria no es únicamente la solidez de Autotransportes Romedu, empresa con más de siete décadas de historia, sino la visión de futuro que Mejía ha sabido proyectar en una industria que exige mejorar su estructura institucional, modernización, seguridad y un diálogo franco con el gobierno en todos sus niveles.
Seguridad y competitividad
Los apoyos que Mejía ha venido cosechando a lo largo de los estados no son casualidad. Desde el pasado 2 de julio, cuando lanzó su candidatura, su agenda está enfocada en los grandes temas que más duelen a los transportistas: la violencia en carreteras, la necesidad urgente de programas de chatarrización y la falta de infraestructura que limita la competitividad de México frente a socios comerciales internacionales.
Desde su posición como delegado en Monterrey, una de las regiones neurálgicas para la logística nacional, ha tejido alianzas con empresarios y autoridades, mostrando la sensibilidad que el transporte de carga requiere. Por ello, no puede verse solo como un servicio, sino como un motor estratégico de la economía.
Rumbo al 2026
El reto no es solo consolidar la Candidatura de Unidad para encabezar la Canacar, sino transformar su estructura institucional para darle un papel más activo y de mayor influencia en la definición de políticas públicas a la mayor central del transporte del país.
Por ello, la organización necesita pasar de la defensa gremial a la construcción de un verdadero frente de competitividad y bienestar para miles de transportistas y sus trabajadores, que sostienen, desde el volante, el pulso del comercio en México.
El tiempo dirá si los transportistas apuestan por un liderazgo de transición o por uno de continuidad, pero lo cierto es que, hoy más que nunca, el país necesita que el camión de la competitividad avance con rumbo claro y altamente estructurado.
Por Gabriel Rodríguez / Opinión