El Derby por la presidencia de la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (Canacar) ya arrancó, y aunque el banderazo oficial quedó pospuesto por el actual dirigente, Miguel Ángel Martínez Millán, los primeros contendientes ya marcaron el paso en la pista.
Rómulo Mejía, líder emergente, delegado en Monterrey y representante de Autotransportes Rodemu, no esperó la señal de Millán, arrancó desde la barrera a principios de julio, con la determinación de quien conoce la pista y sus curvas.
Detrás, más allá del furlong, se encuentra Ramiro Montemayor, tesorero, vicepresidente y delegado en Monterrey.
Apadrinado por la actual dirigencia (se dice sin saber si es cierto), Montemayor mantiene un perfil bajo a medio trote, siguiendo la vieja táctica del “tapado”, reservando su movimiento hasta que la carrera esté más definida.
Su respaldo corporativo y el capital político que lo rodea le hacen sentirse cincho, gracias al poder familiar y corporativo de Cuernavaca 158.
Un poco más atrás, pero con zancadas firmes, viene un joven de pura sangre, Augusto Ramos, empresario de Saltillo, Coahuila, del Grupo Rame.
Su intención de aspirar a la candidatura de unidad es clara, aunque analistas de la pista señalan que su carrera puede ser más prometedora en un futuro cercano, quizá en una o dos gestiones, una vez que consolide su red de alianzas y madurez en la ruda política transportista.
No obstante, su energía, preparación y visión fresca representan un movimiento que no puede subestimarse.
El panorama se completa con la posibilidad de un “dark horse” desde la Ciudad de México, capaz de irrumpir sorpresivamente y alterar las apuestas, como suele ocurrir en los derbys bien competitivos.
El pole position, de momento, favorece a Mejía, cuya independencia de los proyectos más controversiales de la actual dirigencia le da credibilidad entre los socios.
Su propuesta corporativa, centrada en la defensa del autotransporte y la honorabilidad como bandera, lo coloca como favorito para la candidatura de unidad.
Por otro lado, Ramiro Montemayor, proveniente de Transportes Monro, tiene seguro el respaldo de la poderosa Central de Servicios de Carga de Nuevo Laredo (CENSECAR), la influencia familiar y la cercanía con Martínez Millán, a quien cuidaría su “legado” en la Cámara.
Sin embargo, su perfil está marcado por su amplia participación con Millán en proyectos polémicos como el cambio de tabulador del IMSS y el programa Balam, que le restan puntos entre una gran cantidad de socios, incluidos lo más críticos.
A medida que la carrera avanza, la atención de los participantes y de los socios se centra en las estrategias de cada contendiente: fortalezas, debilidades y, sobre todo, la claridad de sus propuestas.
Entre los temas más esperados destacan la defensa efectiva de los transportistas y la implementación de políticas de compliance, áreas que la organización ha identificado como esenciales en esta nueva etapa.
El Derby del autotransporte sigue su curso, con Rómulo Mejía liderando la avanzada, Montemayor acechando en la estela de su experiencia y Ramos mostrando potencia y visión de largo plazo.
A más de 201 furlongs recorridos, la carrera promete intensidad, alianzas estratégicas y un final que, sin duda, definirá el rumbo de la Canacar en los próximos años, en espera de mejores tiempos.
Todo se definirá en marzo de 2026, mientras hagan sus apuestas.
Por Gabriel Rodríguez / Opinión