Kuehne+Nagel plantea soluciones a la congestión en el puerto de Manzanillo

Por décadas, el puerto de Manzanillo ha sido sinónimo de dinamismo logístico en México: primer lugar nacional en movimiento de contenedores y pieza estratégica del comercio entre Asia, el lejano Oriente y América, pero el puerto enfrenta hoy un panorama que es un reto en sí mismo.

La congestión operativa, incertidumbre aduanal y riesgos financieros para miles de empresas que mueven insumos por este recinto. Pero, la más reciente sacudida vino no desde el mar ni de los transportistas, sino desde la propia aduana.

La semana pasada, un despido masivo de empleados y oficiales de aduanas provocó un paro de actividades por casi 48 horas, frenando el ingreso y salida de mercancías.

Si bien se trató de una crisis atípica, el episodio dejó expuestas las vulnerabilidades de un sistema portuario que opera al límite de su capacidad, dado el crecimiento exponencial en 30 años, y cuya estabilidad depende tanto de la infraestructura como de las decisiones administrativas.

Una experiencia

Empresas como Kuehne+Nagel México, uno de los mayores operadores logísticos a nivel global, han tenido que diseñar estrategias alternas para amortiguar estos efectos.

Según Alma Silva, directora de Aduanas de la firma, el problema de fondo radica en la falta de procesos anticipados y en el ingreso de embarques sin la documentación y permisos requeridos, lo que atrasa liberaciones y multiplica los costos.

“Hay mercancías que pueden quedarse días o semanas detenidas. Y en el peor de los casos, perderse”, advirtió durante una reunión exclusiva de medios especializados.

La solución, dice, no está solo en levantar barreras administrativas, sino en construir esquemas integrales que inicien desde origen: revisión de productos, validación de permisos, cumplimiento normativo y certificaciones previas antes de tocar aguas mexicanas.

En Manzanillo, donde confluyen los intereses de sectores estratégicos como el automotriz, petroquímico, manufacturero y bienes de consumo, estas disrupciones tienen efecto dominó en las cadenas de suministro.

De ahí que Kuehne+Nagel México, con operaciones en puertos sistémicos —como Ensenada, Altamira y Veracruz— trabaje de la mano de agentes certificados y personal de guardia para asegurar posiciones en ventanillas de modulación.

Más allá de los incidentes puntuales, el caso de Manzanillo, el gigante de carga, confirma una tendencia: la necesidad de profesionalizar y digitalizar procesos aduanales en México, alinear capacidades portuarias con las exigencias del comercio global y evitar que contingencias administrativas se conviertan en crisis logísticas.

Mientras los ajustes en aranceles internacionales y la próxima revisión del T-MEC asoman en el horizonte, la competitividad de puertos como Manzanillo dependerá de su capacidad de anticipación, flexibilidad operativa y certeza jurídica para importadores y exportadores. El reto está planteado.

 

Por Daniel Zurita / Síguenos en FacebookX y LinkedIn

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