Aeroméxico-Delta y el fin de un matrimonio en los cielos

El matrimonio aéreo que alguna vez fue presentado como el ejemplo más acabado de integración en Norteamérica enfrenta su fecha de caducidad, luego de EE.UU., decidiera retirar la inmunidad antimonopolio entre Aeroméxico y Delta Airlines, vigente desde 2017.

De un plumazo, durante los días patrios en México, el Departamento de Transporte de los Estados Unidos (DOT, siglas en inglés) decidió extinguir el Acuerdo de Colaboración Conjunta (ACC), o de inmunidad, a partir del 1º de enero de 2026, poniendo fin a ocho años de operaciones transfronterizas como si ambas compañías fueran una sola.

Choque de modelos

La decisión no fue sorpresiva, porque el DOT había advertido que la alianza generaba “efectos anticompetitivos persistentes” en las rutas entre los Estados Unidos y la Ciudad de México, mercado donde ambas aerolíneas afianzaron su dominio.

Para la autoridad, mantener el esquema representaba una ventaja injusta frente a competidores más pequeños que no contaban con acceso a franjas horarias ni a la misma capacidad de red.

La era dorada

El ACC permitió a Aeroméxico y Delta fijar tarifas, programar vuelos y compartir ingresos como si fueran un único operador binacional.

De hecho, a su favor, los números eran contundentes: más de 80 rutas directas, 260 destinos en conjunto, acceso a 50 salones VIP, más de 1,000 frecuencias semanales y el uso combinado de 161 aeronaves de Aeroméxico y 990 de Delta.

En 2017, el CEO de Aeroméxico, Andrés Conesa, celebraba entonces el acuerdo como “el inicio de una nueva era en la aviación de América del Norte”.

Su contraparte en Delta, Ed Bastian, lo describía como un motor para ofrecer “más vuelos y más opciones para los clientes”.

Y así fue: durante años, la alianza se tradujo en una integración casi perfecta para viajeros corporativos y de turismo entre ambos países.

Señales de desgaste

Pero el modelo comenzó a desgastarse en medio de cambios regulatorios, así como de una política de presión desde la Casa Blanca a México a partir del gobierno del Presidente Donald Trump.

Desde el principio del mandato, el DOT recordó que la política de reducción de operaciones en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), impulsada entre 2022 y 2023 por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, fue contraria al espíritu de cielos abiertos.

La cancelación de vuelos de carga en el AICM y su traslado al nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) también pesó en la balanza.

Washington interpreta que México incumplió los términos del tratado bilateral de 2015, lo que distorsionó la competencia.

El DOT, no obstante, dejó abierta la puerta a una eventual reactivación de la alianza si se corrigen las condiciones de mercado y se garantiza un marco regulatorio alineado con la libre competencia.

Reacciones inmediatas

Delta reaccionó con desilusión, diciendo que la medida afectará a trabajadores, comunidades fronterizas y, sobre todo, a consumidores que habían encontrado en la alianza tarifas competitivas y mejores conexiones.

Aeroméxico, por su parte, defendió los beneficios de conectividad y turismo logrados en estos ocho años y aclaró que los acuerdos de código compartido con Delta seguirán vigentes, lo que permitirá mantener parte de la red conjunta.

La Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA) lamentó la decisión y anticipó repercusiones relevantes para la industria aérea de ambos países.

Fernando Gómez, analista del sector, señaló que el rompimiento podría encarecer los pasajes, reducir cobertura en rutas estratégicas y disminuir el mercado de Aeroméxico.

Para sobrevivir, agregó, la aerolínea mexicana tendrá que reforzar su promoción y buscar apoyos tanto de inversionistas privados como del gobierno federal.

Estrategia en juego

El golpe ocurre en un momento crítico para la política aeronáutica mexicana, de hecho, espoleada por el nacionalismo de Claudia Sheinbaum, quien defendió la estrategia nacional y aseguró que no existen razones para restringir vuelos hacia Estados Unidos.

Este miércoles, tras los días patrios, adelantó además que enviará una carta solicitando explicaciones formales al DOT sobre la terminación del acuerdo.

Ahora los analistas creen que el dilema es la interrogante: si será posible para México recuperar la confianza regulatoria de su socio comercial o si la ruptura con Delta marca el inicio de una etapa de aislamiento en la aviación regional.

Con Estados Unidos y Canadá como sus principales destinos internacionales, Aeroméxico difícilmente podrá sortear sola la presión competitiva de American Airlines y United, que han fortalecido sus propias alianzas.

Lo que viene

El reloj corre hacia 2026, mientras las aerolíneas ya deben planear el “día después”.

Para Delta, la pérdida de inmunidad limita su capacidad de capturar pasajeros en un mercado en el que había logrado eficiencia con su socio mexicano.

Para Aeroméxico, la tarea será más ardua: la de reinventar su estrategia sin la cobertura que le brindaba un gigante estadounidense con sus 990 aeronaves.

Lo cierto es que el fin de esta alianza trasciende lo empresarial, como un recordatorio sobre el peso de las decisiones políticas, desde la gestión de aeropuertos hasta la visión de cielos abiertos, y cómo impactan en la competitividad de toda una industria.

Durante los próximos meses, se definirá totalmente la relación Aeroméxico-Delta y si quedará como un experimento fallido o como un modelo que supo reinventarse frente a la adversidad.

 

Por Edna Herrera / Síguenos en FacebookX y LinkedIn

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